martes, 31 de octubre de 2023

HISTORIA DE JADRAQUE

 

HISTORIA DE JADRAQUE

  

   El nombre de Jadraque (Charadraque) suena arábigo; tanto por esto como por la abundancia de fértiles huertas, cabe asegurar que ya existió durante la dominación musulmana.

   Jadraque progresó desde que en 1434 Juan II creó con esta villa con esta villa, más las de Jirueque, Bujalaro, Alcorlo, Utande y los sesmos de Bornoba y el Henares, un rico señorío a favor de su sobrina doña María de Castilla, casada con Gómez Carrillo, de quien lo heredó Alfonso Carrillo de Acuña, Protonotario y Guarda Mayor de Enrique IV, que fue un caballero tarambana y manirroto cuyas franca-chelas y pésima administración le llevó a dilapidar año tras año el “grande estado (riqueza) en que sucedió a su madre”, según un antiguo cronista.

   Jadraque es una población de honrados trabajadores que crece y mejora, gracias al esfuerzo de sus hijos; además ofrece al visitante múltiples atractivos que, por sí solos merecen una visita.

   Y sí se acompaña del conocimiento de su historia…

 

F. Layna Serrano (Jadraque, 1949)

 

 

EL LIBRO DE JADRAQUE, PULSANDO AQUÍ

 

 

 

 

 

SUMARIO GENERAL:

 

-I-

JADRAQUE,

Y SU ENTORNO HISTÓRICO-GEOGRÁFICO

Pág. 9

La Geografía

Demografía

Un repaso por las fuentes escritas. Jadraque en los manuales: los Diccionarios

El topónimo

-II-

UNA INCURSIÓN EN LA HISTORIA

Pág. 23

Tiempos antiguos

El Cid, en Jadraque

 

-III-

LACOMUNIDAD DE VILLA Y TIERRA DE ATIENZA

Pág. 41

 

-IV-

LAS TIERRAS DE GÓMEZ CARRILLO

Pág. 51

 

-V-

EL CASTILLO DE JADRAQUE

LOS SEÑORES DEL CASTILLO

Pág. 65

Rodrigo de Vivar y Mendoza, Marqués del Cenete y conde del Cid

Mencía de Mendoza

El castillo de Doña Mencía de Mendoza

Jadraque en el Ducado del Infantado. Las Relaciones Topográficas

El invierno del rey. Felipe II en estas tierras

Fray Andrés de Jadraque

Juan Sedeño, militar y poeta

Fray Pedro de Urraca

José Gutiérrez Luna: “El Indiano de Jadraque”

La Iglesia Parroquial de San Juan Bautista

 

-VI-

JADRAQUE EN LA GUERRA DE SUCESIÓN

Pág. 113

Felipe V en Jadraque

El reino en Guerra

La Princesa de los Ursinos

El Catastro de Ensenada. Jadraque, 1752

El terremoto de Lisboa, de 1755

Diego Gutiérrez Coronel

 

-VII-

¡GUERRA A LOS FRANCESES!

Pág. 145

España en Guerra

Melchor Gaspar de Jovellanos, en Jadraque

La Guerra contra los franceses, en Jadraque

La Constitución de 1812

Juan José Arias de Saavedra

El rey “in-Deseado”

Los Capuchinos de Jadraque

 

-VIII-

¡EL REY HAMUERTO! ¡VIVA EL REY!

Pág. 203

La vida local y municipal en el siglo XIX

Los Hospitales de Jadraque

La Feria de Jadraque, hasta el siglo XIX

La feria en el siglo XIX

La llegada del ferrocarril

Jadraque, y el lienzo de Jovellanos

José Ortega Munilla; Benito Pérez Galdós, y Jadraque

La epidemia de cólera en Jadraque, en 1885

El año del cólera, 1885

El caso de Jadraque

El Cíngulo del Cristo de la Cruz a Cuestas. El robo de la iglesia

La compra del castillo

Jadraque en el final del siglo XIX

La Luz Eléctrica. El último avance del siglo

 

-IX-

JADRAQUE, SIGLO XX

Pág. 274

La fundación de La Benéfica

El despoblado de Salaices (o Saelices)

Jacinto Abós Valencia, más que un farmacéutico

Juan Ures Bermejo, el héroe del Rif

Antonio Botija Fajardo

Eduardo Contreras de Diego. El hombre de los mil sueños

Jadraque, entre la República y la Guerra

La reconstrucción

Jadraque 1959, homenaje por un castillo

Las ferias de Jadraque, en el siglo XX

José Antonio Ochaíta

 

 

EL LIBRO:

  • ASIN ‏ : ‎ B0CLKB4JCL
  • Editorial ‏ : ‎ Independently published  
  • Idioma ‏ : ‎ Español
  • Tapa blanda ‏ : ‎ 330 páginas
  • ISBN-13 ‏ : ‎ 979-8865113089
  • Peso del producto ‏ : ‎ 567 g
  • Dimensiones ‏ : ‎ 15.24 x 2.11 x 22.86 cm

 

EL LIBRO DE JADRAQUE, PULSANDO AQUÍ

martes, 24 de enero de 2023

LA TIERRA DE JADRAQUE

 

LA TIERRA DE JADRAQUE

El 15 de diciembre de 1434 se constituyó uno de los mayores señoríos de la provincia de Guadalajara.

 

   El 15 de diciembre de 1434 tenía lugar la firma de uno de los documentos que más prosperidad llevarían en el futuro a la Tierra de Jadraque, y a la propia Villa, cabeza después del condado del Cid. Villa que cuando aquello sucedió, convertirse en cabeza del condado, a finales de aquel siglo XV al que nos dirigimos no era, en líneas escritas por quien fuese cronista provincial, Francisco Layna Serrano, sino una pobre aldea del entorno. Hasta que, lograda la tierra ambicionada, en ella se fijó el Gran Cardenal, don Pedro González de Mendoza, sobre su cerro mandó alzar el imponente castillo que es más que probable que no viese concluido y… el resto, ya lo conocemos.

   Aquel 15 de diciembre de 1434 los reyes de Castilla, pródigos en hacer mercedes, entregaban una parte de la entonces tierra de Atienza, los sexmos del Bornova, del Henares, de Yela y de Durón, como regalo de bodas, a una de las parientes de la reina consorte y señora de la tierra de la que se desprendía, doña María de Aragón, o de Trastamara, hija del rey aragonés Fernando el de Antequera y consorte del desdichado monarca castellano Juan II.

   Quien recibía las tierras no era otra que María de Castilla, su pariente y camarera real, al disponerse su casamiento con otro pariente del Rey don Juan, quien aprobó con su firma el regalo, don Gómez Carrillo, de los Carrillo de Acuña que tanta letra dejaron en los anales de la historia.

 Conoce más, sobre la TIERRA DE JADRAQUE, pulsando aquí

El libro LA TIERRA DE JADRAQUE, aquí


 

 

Los cuatro sexmos

   Los cuatro sexmos que los nuevos contrayentes recibieron, y que habían de permitirles llevar con sus rentas vida de reyes, con holgura y sin estrecheces, dadas las que les debían producir, fueron los comprendían cada uno de ellos sus correspondientes aldeas, y cada una de ellas sus pecheros. Cerca de cien poblaciones, entre aldeas, villas y lugares, desde las estribaciones del Alto Rey, a las márgenes del Tajo. Desde los confines de la provincia de Guadalajara con las de Segovia y Soria, hasta los límites de Cuenca.

   Con anterioridad tan sólo, en grandes cifras de población, se había desgajado del común de Villa y Tierra de Atienza, la que formaría con posterioridad el ducado del Infantado, cimentado sobre las villas de Alcocer, Salmerón y pocas más.

   El sexmo de Durón comprendía las aldeas y villas de Budia, Valdelagua, Picazo, El Olivar y Gualda. El de Yela incluía algunas aldeas cercanas a Brihuega; mientras que el del Henares abarcaba, al igual que el del Bornova, a la mayoría de poblaciones ribereñas de ambos ríos, hoy apellidadas con el uno o el otro.

   A la muerte de Gómez Carrillo heredó estos pueblos su hijo Alfonso, Guarda Mayor del rey Enrique IV y de los Reyes Católicos, señor de Pinto y Caracena, por matrimonio con la dueña auténtica de estos lugares. Este Alfonso Carrillo de Acuña fue durante su juventud verdadero tarambana como diría el cronista Layna, llevándole las francachelas a desamparar la administración de sus cuantiosos bienes hasta el punto de vender la mayoría para pagar deudas contraídas, cuando no los cambiaba caprichosamente perdiendo con frecuencia con el trueque, al que lo llevaba la necesidad; a tal punto llegó su desorden que en pocos años perdió el gran estado en que sucedió a su madre. Vendió a Doña Brianda de Castro, mujer de Don Iñigo de la Cerda, las poblaciones de Villaseca, Aragosa, Mirabueno y la villa fortaleza de Mandayona; al conde de Cifuentes las de Gárgoles, Sotoca y más tarde Henche, Solanillos, El Villar, Fuentepinilla y Ureña del Campo; después adquirió García de Torres, alcaide de Medinaceli, las de Renales y Alaminos, hasta que llegó la hora de hacer otra operación financiera con las tierras de Jadraque y sus sexmos… Después de que los Reyes Católicos, tal vez por no mermar los intereses de los Mendoza, prohibieran a los condes de Cifuentes adquirir más tierras de las pertenecientes a los señoríos de los Carrillo.

 Conoce más, sobre la TIERRA DE JADRAQUE, pulsando aquí

El libro LA TIERRA DE JADRAQUE, aquí


 

 

La jugada maestra del Cardenal

   Apenas media docena de lugares recibió don Pedro González de Mendoza como herencia de su padre, el gran Marqués de Santillana, don Íñigo. Media docena de lugares, que le dieron el juego suficiente como para hacerse con la propiedad de estos sexmos.

   Fue en aquellos desdichados días de las guerras civiles castellanas, cuando se discutía por el derecho a la corona de las princesas Isabel (la Católica), y Juana (la Beltraneja); la balanza se inclinó a favor de La Católica, perdiendo la partida quienes apoyaron al rival contrario, y entre aquellos perdedores se encontró don Alvar Gómez de Ciudad Real, señor a la sazón del castillo y villa de Maqueda a quien, para que no lo perdiese todo en base al castigo real, propuso nuestro Cardenal trocar aquella villa por las suyas de Pioz, Atanzón y sus vecinas. De ellas quedó dueño don Alvar; de Maqueda y su castillo nuestro Cardenal Mendoza quien, seis meses después de firmar aquel primer trato, en la primavera de 1469, firmó con Alfonso Carrillo el segundo y de más sustancia, trocando las tierras de Maqueda, en el otoño de aquel mismo año de 1469, por los sexmos del Bornova, el Henares, y lo que quedaba de las tierras de Yela y Durón, creando así la Tierra de Jadraque y su condado del Cid.

   Y no le fue del todo bien al nuevo señor de Maqueda, don Alfonso Carrillo. Poco tiempo después perdería villa y castillo en favor de la Corona.


 Conoce más, sobre la TIERRA DE JADRAQUE, pulsando aquí

El libro LA TIERRA DE JADRAQUE, aquí

 

La donación

   Todavía parecen resonar en los anales de la historia las voces de los escribanos, dando cuenta de la voluntad real, a favor de María de Castilla y su marido, Gómez Carrillo: …fago a vos, los dichos Gómez Carrillo e doña María, graçia e merçed e donaçión para sienpre jamás por juro de heredad, de los lugares que se syguen, que son de la mi villa de Atiença: primeramente el lugar de Mandayona e El Olivar e Durón e Budia e Valdelagua e Enche e Gualda e Sotoca e Gárgoles de Yuso e Gárgoles de Suso e Fuente Pinilla e Solanillos e El Olmeda del Estremo e Moranchel e Massegoso e Las Ynviernas e Alaminos e Cogollor e Yela e Almadrones e Mirabueno e Aragosa e Utande e Villaseca e Castrejón e Bujalharo e Xadraque e Xedrueque, lugares poblados de la mi villa de Atiença. E otrosí Picaço e El Peral e Peña Ravia e Minbrellano e El Villar e Ferreña e Val de San Martín e Pumarejos e Pinilla e Terradillos e Palaçio e Çeuita e Vallunquer e Villanueva e La Tovilla e la Casa Manuel e Almadrones de Yuso e Fontanares e Arançe e Matilla e Henarejos, lugares que son yermos e despoblados de la dicha villa…

 

Y el trueque

   Del mismo modo que, desde el cerro de Jadraque, perdiéndose la mirada a través de las poblaciones que fueron y son su tierra, desde Hiendelaencina a Bujalaro y Riofrío del Llano a Villares pasando por Robledo y tres o cuatro docenas más, la grave voz del Cardenal don Pedro dictando su contrato de trueque: Nos, don Pedro Gonçales de Mendoça obispo de Siguença seguramos e prometemos a fe de prelado e cavallero a vos el señor Alfonso Carrillo de Acuña, nuestro sobrino, que vos damos realmente e con efecto, la nuestra villa de Maqueda e su fortalesa e lugares e tierra della, con todos los heredamientos que en la dicha tierra e juridiçion de Maqueda…

   Después, para la tierra de Jadraque, vendría la grandeza de pertenecer a una gran casa, la de Mendoza, incorporados que fueron los sexmos al ducado del Infantado. Todo había comenzado un 15 de diciembre, seguramente entre frío y nieve, de aquel lejano 1434.

 

Tomás Gismera Velasco/ Guadalajara en la memoria/ Periódico Nueva Alcarria/ Guadalajara, 16 de diciembre de 2022

 

MUJERES EN GUADALAJARA, EL LIBRO, PULSANDO AQUÍ

martes, 17 de enero de 2023

JADRAQUE: MEMORIA DE UN HOMENAJE

 

 JADRAQUE: MEMORIA DE UN HOMENAJE

Al Cardenal Mendoza, el 14 de junio de 1959

 

    El 14 de junio de 1959, cuando Jadraque se disponía a lanzarse al mundo de la prensa, de la historia y de la cultura nacional con el fin de dar a conocer sus inquietudes en torno al castillo de la villa, el del Cid, dando a partir de aquel momento el definitivo empuje hacía su reconstrucción, amaneció claro, con un tímido sol que no hacía presagiar lo que posteriormente había de suceder.

   Aquel 14 de junio, domingo, en Jadraque se reunían las primeras autoridades de la provincia, algunas nacionales y, por supuesto, los representantes de la cultura provincial. El objetivo: dar a conocer la villa a través del gran homenaje que se iba a dedicar a don Pedro González de Mendoza, el Gran Cardenal de España; el hombre que fuese, después de los Reyes Isabel y Fernando, el más poderoso de la España Peninsular. El hombre que unos cientos de años atrás mandó levantar un castillo que se convertiría en enseña de una tierra.


 

 

Don Pedro, el Gran Cardenal

   Se convirtió en Señor y dueño de la tierra de Jadraque por mera casualidad, o quizá por querer tener cerca de la que fue una de sus primeras sedes episcopales, Sigüenza, a las tierras vecinas.

   En Sigüenza y su catedral reposan a la eternidad de los siglos quienes fueron los primeros dueños de aquellas tierras que fueron segregadas del Común atencino reinando don Juan II. En palabras del cronista provincial don Francisco Layna Serrano, don Gómez Carrillo y doña María de Castilla, en quienes se fundó la llamada “Tierra de Jadraque”, descansan a la eternidad de los siglos en la catedral de Sigüenza como si estuviesen instalados, por su disposición, en una litera de coche cama.

   A la descendencia de don Gómez Carrillo adquirió el Gran Cardenal la Tierra de Jadraque, a cambio de las que nuestro Mendoza poseía por la toledana Maqueda. Ello fue por el 1469. A partir de entonces Jadraque comenzó a ver como se construía un nuevo castillo y llegaban a él los descendientes de don Pedro; su hijo don Rodrigo de Mendoza, del Cenete y del Cid, primero; y su nieta después. Doña Mencía, que tantas glorias dejó a la España del Renacimiento. 


 EL CASTILLO DE JADRAQUE (Pulsando aquí)

 

Don Mariano Ormad Ferrer

   Don Mariano Ormad Ferrer fue uno de esos hombres que pasan a la historia de un pueblo por el tesón que ponen en defenderlo. Uno de aquellos alcaldes a los que la política importaba un pito porque por encima de ella están la unión de un pueblo. De los que tratan de dar ejemplo, poniéndose delante de los vecinos para decirles: ¡Adelante!, y yo el primero; llamando a su lado a quienes pueden colaborar en las ideas, que bien recibidas y sazonadas, ensalzan a los pueblos.

   Don Mariano nació en Jadraque, y presidió su Ayuntamiento por espacio de veinte años, entre 1951 y 1971. Cuando llegó a la alcaldía todavía se vivían las penurias que acompañaron a los tristes años de la década de 1930, los de la guerra y sus consecuencias. A pesar de que hombres hubo en Jadraque, desde 1939 a aquel 1951, que procuraron, al igual que don Mariano, sacar a su pueblo adelante. Y bien que lo hicieron.

   La fijación de don Mariano Ormad, y la de los hombres que le acompañaron en el empeño se centró, entre otras cosas, en lograr la reconstrucción de un castillo que su pueblo adquirió cincuenta y tantos años atrás, no por su valor, sino por su significado histórico, puesto que la adquisición fue una ruina y para poco valía. Las trescientas pesetas que pagó el municipio a la descabalada y manirrota Casa de Osuna le parecieron excesivas a don Julio Callejo, que lo quiso comprar por un poco menos para utilizar la piedra, bien machacadita, en el firme de la nueva carretera que se proyectaba por el 1898.

   Don Mariano Ormad, que recibió como justa recompensa a su labor de buen Alcalde numerosos reconocimientos a lo largo de los años que dirigió la alcaldía jadraqueña, aquella mañana, y como apertura de los actos, recibió de parte del Ayuntamiento de Burgos, en el salón de plenos del de Jadraque, una reproducción de la escultura de Gómez Quesada, que ya era emblema de la ciudad, la del Cid, en reconocimiento, uno más, a su tesón por rescatar la del caballero castellano, unido a la historia de un castillo que trataba de levantar la cabeza. 


 JADRAQUE. CRÓNICAS DE UN SIGLO (Pulsando aquí)

 

Los maestros de la pluma, y el Cid

   El primero de ellos, sin lugar a dudas, era José Antonio Ochaíta, el pintor de letras de las tierras de Jadraque; junto a él, toda una corte de grandes literatos y periodistas provinciales, entre los que no faltaban Baldomero García Jiménez, Juan Becerril, Julián Gil Montero, José de Juan García, o Luis Monje Ciruelo y, por supuesto, las autoridades en pleno de la provincia y obispado.

   A todos los convocó el Ayuntamiento y, en su nombre, el poeta Ochaíta; y para todos sería servida, en el salón de espejos del Casino, un apetitoso yantar, mucho menos aparatoso en su composición que los que se acostumbra a servir hoy día en cualquier evento que se precie: Fiambres Selectos. Huevos castellana con champiñón y riñones. Cabrito asado a la barreña. Macedonia de frutas. Helado. Café. Licores. Habanos. Vinos Blanco y tinto Castilla y Abocado especial.

   Por las calles de Jadraque, atiborradas de gente endomingada, jinetes en hermosos alazanes, se paseaban los heraldos que escoltaban al mismísimo Cid Campeador Rodrigo de Vivar quien sobre alazán encaretado blandía el pendón de Castilla, casi mil años después de su primer paso.

   Los hombres y mujeres de Jadraque, a una todos, habían colaborado en tender gallardetes de lado a lado de las calles; o en adecentar los accesos al castillo, que con ello parecía que sangraban algo menos los muñones de las murallas.

   En el muro que mira al Valle del Henares estaba prendida ya la lauda que recordaría al hombre que lo mandó alzar: Este Castillo, que llaman del Cid, fue reconstruido el año MCDLXXXVIII. Por D. Pedro González de Mendoza. Gran Cardenal de España. En el patio central, bajo gallardetes y colgaduras facilitadas por los servicios especiales del Ministerio de Información y Turismo, sería oficiada la misa, a eso de las doce; por dos obispos, nada menos.

   Alrededor los corresponsales de prensa de la mayoría de los grandes medios de Madrid y, por supuesto, el NODO.

    A punto de iniciarse la misa comenzó a alborotarse el cielo y, como desde las alturas se adivinase la tormenta, la mayor parte de quienes ascendieron al castillo emprendieron la retirada. Las autoridades corrieron al lienzo de la muralla, a descubrir la lauda recuerdo al Cardenal; don Pedro Sanz Vázquez, como Alcalde de Guadalajara, tuvo el honor y, de nuevo, a paso veloz, al pueblo.

   En la iglesia parroquial tuvo lugar la misa; y desde el balcón del Ayuntamiento, con una plaza atiborrada de jadraqueños, las autoridades, los poetas y gentes de cultura dirigieron la palabra, mientras el Cid continuaba blandiendo el castellano pendón y sonaban acordes castellanos a través de la megafonía. Ni el agua de la tormenta pudo aguar una fiesta en la que Jadraque entero creyó.

 

La Crónica

   A la mañana siguiente, a través de todos los periódicos, comenzaron a aparecer las crónicas de lo ocurrido el domingo 14 de junio en Jadraque. Pocos fueron los que, a lo largo de la semana, no se ocuparon del castillo del Cid, del empeño de sus gentes, de su Alcalde, de sus concejales. Del tesón y voluntad que un pueblo ponía en rescatar su propia historia, a través de las melladuras de un castillo en ruina. Hablaban de su Alcalde, sus escritores y poetas, como si de titanes se tratase.

   Por supuesto que también hablaban de la tormenta y de cómo las autoridades se cubrieron de barro los zapatos, pero eso son cosas que pasan y se olvidan. Lo que no se olvidó por quienes asistieron, es que a un pueblo, o a un Alcalde, no se le pueden negar según qué cosas, cuando de enaltecer su pasado se trata. Y así fue como don Mariano Ormad, y el pueblo de Jadraque, a partir de aquel día, comenzaron a ver cómo su castillo recobraba, poco a poco, su antiguo porte. Aunque con sus manos tuvieran que poner de nuevo en su lugar las piedras que rodaron por el cerro. ¡Gran ejemplo!

 

Tomás Gismera Velasco/ Guadalajara en la memoria/ Periódico Nueva Alcarria/ Guadalajara, 11 de junio de 2021


 JADRAQUE, Y SUS HISTORIAS (Pulsando aquí)

JOSÉ ANTONIO OCHAÍTA, LA VOZ DE LA ALCARRIA

 

 JOSÉ ANTONIO OCHAÍTA/ El príncipe de la copla/ La Voz de la Alcarria



Nací donde la Alcarria se viste de perfume,
La Alcarria es una cera que en olor se consume,
y cerca de mi villa, que tiene nombre moro,
Charadaq, hoy Jadraque, se alza un castillo de oro
que pone por las tierras siempre ásperas y mozas,
la sombra apasionada de los graves Mendozas.
Nací en una gran casa, con una enorme sala
y un jardín donde el tiempo sin sentirse resbala,
y en mi casa, hoy perdida por la honda guerra,
había como un eco dorado de muerta poesía
y en sus cien cortinones que el aire nunca mueve
sonreía la pena del siglo diecinueve....

    Se cumplen, por estos días, 45 años, que parece que fue ayer, de la desaparición física de José Antonio Ochaíta, quizá el poeta más mediático que ha dado la provincia de Guadalajara. Su muerte fue tan singular que recorrió España de punta a punta, como la recorrían sus  coplas. Ya que por esos años era uno de los grandes autores de esas novelas de tres minutos que algunos cantantes, y cantantas, desgranaban con la voz rota a través de las gramolas y los programas de radio. José Antonio  Ochaíta, al momento de su fallecimiento, formaba parte de uno de esos tríos que traspasan la frontera del tiempo, un trío formado por tres grandes, el de los príncipes: “Ochaíta, Valerio y Solano”, en esto de la copla; había otro, el de los reyes: “Quintero, León y Quiroga”, con el que Ochaíta aprendió y con los que, en más de cuatro ocasiones, compartió éxitos. 

JOSÉ ANTONIO OCHAÍTA. LA VOZ DE LA ALCARRIA. EL PRÍNCIPE DE LA COPLA. Su vida y su obra, pulsando aquí

   Pero no sólo de coplas vivió Ochaíta, que es por lo que se le recuerda a través de los cuatro puntos cardinales de España; ni de poesía, que es la memoria que de él conserva Guadalajara. José Antonio Ochaíta fue, igualmente, un autor teatral de éxito, a la altura, poco menos, que de los hermanos Álvarez Quintero.

   Recibió los primeros aplausos con poco más de veinte años, cuando en el escenario de uno de aquellos teatrillos colegiales de Santiago de Compostela, el de los Salesianos, estrenó su primera obra: “El mendigo de la Rábita”; si decimos que el estreno coincidió con el llamado “Día de la Raza”, es decir, el 12 de octubre, ya nos imaginamos de qué iba la cosa. Del descubrimiento del Nuevo Mundo.

   Corría el año de gracia de 1928 y aquella obra, de tinte histórico y en verso, suponía el comienzo de una larga trayectoria poética y teatral que se centró, en aquellos primeros tiempos de su vida literaria, en tierras gallegas.

   El teatro García Barbón, de Vigo, acogió los sucesivos estrenos de las más significativas obras de nuestro autor. Obras de juventud, entre las que destacó una “Eugenia Imperial” que representada a beneficio de la Casa del Pescador marcaría un antes y un después en su vida personal y profesional.

   Antes del estreno de esa “Eugenia Imperial”, que Ochaíta convertiría más tarde en copla de éxito en la voz de Concha Piquer, y con título mucho más sonoro: “Eugenia de Montijo”, el autor jadraqueño había dado el salto desde la villa del castillo del Cid a Madrid, y de Madrid a Salamanca, a Santiago y, de nuevo, a Salamanca. Antes de regresar, con intención de echar raíces, a Santiago de Compostela.

   Allí su Ayuntamiento, por aquellos días revueltos de alborotos políticos, aprobó en comisión plenaria felicitar a nuestro autor por sus trabajos literarios en los que ensalzaba la ciudad, ya que por entonces compaginaba el teatrillo escolar con la prosa periodística en la prensa gallega, y unos poemas largos, larguísimos, en los que, a poco que se rascase, aparecían las líneas festivas en las que ensalzaba la ciudad del Apóstol.

 

    En las actas municipales correspondientes al 28 de septiembre de 1934 se refleja el acuerdo del municipio de Santiago de Compostela, con la felicitación del Concejo.

   La primera felicitación de su carrera que ya por entonces había cosechado indudables éxitos literarios a cuenta de la poesía y las flores naturales recogidas en algunas provincias. Con largos poemas en los que ensalzaba, como si de un Valle Inclán o una Ofelia Nieto, un Alvaro Cunqueiro o un Otero Pedrayo se tratase, las tierras gallegas. Porque por aquellos años en los que la República triunfaba, José Antonio Ochaíta había decidido ser gallego de adopción. Que lo era, y reconocido: como una pluma de oro de la prensa viguesa, ya que escribía, y era seguido con indudable éxito, en la prensa de Vigo, en la de Santiago y en la de Pontevedra. Y paseaba su oratoria por los teatros de las tres ciudades, recitando versos o dando charlas.

   Su primer libro de poemas, desgraciadamente perdido, como sus primeras líneas teatrales, estaba dedicado a Galicia: “Galicia, verso y jardín”. En él dejó impresos los paisajes de una tierra que lo había enamorado desde mucho antes de conocer a don Ramón María del Valle Inclán. Entre los amigos que lloraron su muerte se encontraba nuestro paisano el día que sucedió, y con aquellos, a sus hombros, llevó el féretro con el cuerpo inerte del gran autor teatral y, de alguna manera, maestro de nuestro hombre.

   Había nacido José Antonio Ochaíta en Jadraque, sabido es, el 8 de agosto de 1905; y era su padre, por aquellos días, el maestro de la localidad. Un maestro que procedente de Trillo llegó a Jadraque para dejar allí su vida, puesto que falleció joven y de muerte poco menos que repentina, el 13 de enero de 1911. Apenas diez años había durado el matrimonio entre el maestro don Antonio y doña Cesárea García de Agustín, que celebraron una boda por casi todo lo alto en aquel Jadraque que comenzaba a caminar el siglo XX. El 17 de noviembre de 1900 se casaron, con la bendición de don Basilio Batanero, quien se desplazó desde Sigüenza para oficiar la ceremonia.

 



   José Antonio y su hermano menor, Luis, pasarían, a la muerte del padre, a estudiar en el colegio de San Ildefonso de Madrid, a cantar los números de la lotería por Navidad, y ha hacerse hombre antes de iniciar el paso estudiantil por Salamanca y Galicia; su hermana, mayor que ellos, quedó en Jadraque, junto a su madre.

   Allí comenzó la aventura de vivir de Ochaíta, en el colegio de San Ildefonso; antes de que, en Galicia, aprendiese a recitar en aquellos días previos al gran desastre nacional, a la guerra de 1936. José Antonio tuvo que dejar precipitadamente Galicia para buscar refugio en Madrid en aquel nefasto mes de julio de 1936. Cuando regresó a la que fue su casa, tres años después, nada de lo que dejó quedaba en ella. Sus libros, sus escritos, sus recuerdos, sus poemas… todo había desaparecido devorado por la incomprensión de una guerra, de su crueldad y sus venganzas. Su vuelta a Galicia, lo que nos da idea de lo que allí significaba su nombre fue recogida, en primera página, por la mayoría de la prensa.

   Hizo caso a la llamada de su tía Esperanza y acudió a Sevilla para desempolvarse de la pena de haber perdido una parte de su vida. En la capital del Guadalquivir su tía Esperanza Perales –Eva Cervantes para el mundo de las musas-, era un nombre de referencia, y su casa en el barrio de Triana lugar de encuentro para poetas viejos y de nuevo cuño. Para poetas como Adriano del Valle, Villalón, los Álvarez Quintero, el marqués de Aracena, Rafael de León… El Paraíso se llamaba la tertulia que en su casa presidía Eva Cervantes. Y entre tanto poeta y autor de referencia teatral comenzó a destacar Ochaíta, el autor de Jadraque.

 

   Con Eva Cervantes publicó anteriormente un libro de poemas “Turris Fortísima”, que es un monumento a una torre, la Giralda, en el que los dos cantan, a pares. Un libro que vio la luz en 1935 y fue recibido con gozo por los recitadores de su tiempo, y prologó don José María de Pemán. Y con Rafael de León lo primero que escribió, después vendrían las coplas, fue una comedia teatral de mucha risa y mucho verso: “Cancela”. La primera. A esta seguirían, al menos, una docena más de títulos que, en solitario o compañía de otros, llenaron los teatros de Madrid: El Pomporé, doña Polisón…. Y en medio de todo, la copla. Esos retratos en verso que hablaban lo mismo de amores que de malaventuras; de toreros pillados por el toro o de sueños de maletillas; de princesas imperiales, de lirios y de reinas.

   Fue, José Antonio Ochaíta, uno más entre la media docena de “príncipes de la copla” que tuvieron la gracia de dominar un tiempo, una época. De quienes pusieron letra a medio siglo de la historia de España. El rey indiscutible, claro está, no fue otro que Rafael de León.


La Feria de Jadraque. Una aproximación a su historia (pulsando aquí)


   Sus canciones han traspasado la frontera del tiempo y del olvido. Y se continúan cantando, y grabando aquí y allá. A este y al otro lado del mar. Y tanto son que muchas de ellas, por parecer serlo de toda la vida, se confunden con los romances medievales. Pero no, Sortija de Oro, Me casó mi madre…, y tantas más, no son romance de vieja, son canciones que escribió Ochaíta. Y el famoso Porompompero que lanzó al estrellato a Manolo Escobar y fue escrito, de tres maneras distintas, para el Príncipe Gitano; y La Lirio, que tantos secretos tenía y que elevó al estrellato a Marujita Díaz y Ochaíta escribió para Estrellita Castro, como las penas que alumbraron las Cinco Farolas, y las tan traídas y llevadas letras de la película Bienvenido Míster Marshall, por las que cobró 5.000 pesetas de las de 1950.

   Canciones de películas, y algo más, que también para el cine escribió algún que otro guión que la censura, ¡ay la censura!, no lo dejó pasar de eso, de guión. A pesar de que a Florián Rey le escribiese alguno que otro, Ronda ya tiene torero, por poner un título.

 

   En Guadalajara, en Jadraque, en la Alcarria, ha pasado a la historia de la letra como poeta de largo y cumplido verso. Y es que Ochaíta fue, además de todo lo anterior, el poeta de la Alcarria. Un guadalajareño militante que se echó la provincia al hombro para pasearla por Madrid. Y ser, cuando Francisco Layna Serrano trataba de que Guadalajara fuese la capital, sino del mundo, al menos una referencia para España, su  mozo de batalla. Junto a Layna, y unos cuantos más, fundó aquella tertulia que quiso ser algo más que eso: “La Colmena”; con los guadalajareños militantes en Madrid intervino en la fundación de La Casa de Guadalajara, hoy desaparecida y olvidada por la provincia, a pesar de todo lo que allí se hizo; y con los poetas de Guadalajara fundó el Núcleo Pedro González de Mendoza, con él paseó la poesía por la provincia, inventándose, con Suárez de Puga y algunos otros, lo de los Versos a Medianoche.

   Y como si fuese parte de un romance, o de una copla; uno de aquellos habría de comenzar por: Pastrana tuvo que ser

   Sí, en Pastrana fue donde marchó para ser eternidad. Rayaba la luna el filo de la medianoche del 17 al 18 de julio de 1973 y José Antonio Ochaíta tendió sus manos para pronunciar aquellos versos que son memoria de toda una vida: …tengo la Alcarria entre mis manos…

   Y murió sobre el escenario, como sesenta años antes había muerto su padre, sobre la tarima del aula en la que daba su clase. Murió recitando versos, que era lo que más le gustaba hacer, y a lo que se dedicaba, porque lo sentía, y porque era uno de esos pocos poetas que, por aquellos tiempos, podía vivir de hacer lo que más le gustaba: escribir.

   Murió delante de la colegiata de Pastrana, ante su público. Ante las fuerzas vivas de la provincia, y recibió, al día siguiente, la tierra untada en yeso y cal del pueblo que lo vio nacer: Jadraque, que ya lo reverenciaba como al Hijo Predilecto que era de la población, porque había puesto en pie a su pueblo para reconstruir su castillo, y había sacado del olvido el nombre de su pueblo, y su pueblo, agradecido, le supo corresponder.

   Y pasó a la historia de la literatura de una provincia, Guadalajara, que no lo puede olvidar.

   José Antonio Ochaíta, escritor, autor teatral, poeta, guionista de cine y autor de centenares de canciones populares, nació en Jadraque el 8 de agosto de 1905 y murió en Pastrana el 17 de julio de 1973.

 

Tomás Gismera Velasco/ Henares al Día/ 17 de julio de 2018

 



HISTORIA DE JADRAQUE

  HISTORIA DE JADRAQUE       El nombre de Jadraque (Charadraque) suena arábigo; tanto por esto como por la abundancia de fértiles huerta...